Representa una niña que se debate entre la vida y la muerte. A simple vista, su calidad plástica y la sensibilidad con la que se trata un tema tan delicado, indican que se trata de una obra ejecutada por un gran maestro del siglo XIX.
Su estudio y los análisis técnicos efectuados, aseveraron que la datación del lienzo, la paleta de pigmentos, la filiación estilística, la habilidad técnica y la frescura de sus pinceladas, son indudablemente obra del gran maestro valenciano de la luz: Joaquín Sorolla. Se trata, pues, de una obra inédita de juventud del artista, anterior a su viaje a Roma, que ya evidencia sus grandes habilidades pictóricas antes de convertirse en un referente de la pintura universal del siglo XIX.
Esta pintura fue atribuida por el equipo del CAEM, con la colaboración de Dña. Blanca Pons-Sorolla.