Se trata de una pintura ejecutada sobre tabla en el momento de más auge de la producción pictórica del genio extremeño.
Su composición, nueva y diferente de las presentes en el corpus de Morales, recuerda a modelos del toledano Correa de Vivar y del valenciano Joan de Joanes.
Por otro lado, el modelado de las manos, la musculatura de Cristo, la soga del cuello, la nariz aguileña unida al entrecejo, los ojos desviados por el dolor, la boca mostrando los dientes, el tratamiento del cabello o la oreja del salvador responden plenamente al carácter único de Morales.