Esta hermosa pintura llegó al CAEM amarillenta debido al barniz oxidado y con pequeñas pérdidas, especialmente en la zona inferior de la obra, así como con algún diminuto repinte que disminuía la comprensión estética de esta obra genuinamente flamenca. Además, debido a un enmarcado deficiente, la obra presentaba en su perímetro pequeños restos de purpurina.
Tras los test de diluyentes, se retiraron los repintes, con la sorpresa de descubrir en el brazo derecho de la Virgen una pelliza en la bocamanga, donde anteriormente habían pintado una manga simple de color rojo. Este detalle viene a remarcar el origen flamenco de la obra y su inequívoca cercanía al maestro Joos van Cleve (activo en Amberes entre 1511 y 1540), creador de este afortunado modelo iconográfico.
Después del estucado con materiales naturales a imitación del original, se procedió a reintegrar los faltantes de la obra con acuarelas (reversibles en agua) mediante la delicada y muy bien resuelta técnica del rigattino.
Al comparar la obra con su estado previo a la restauración, sólo podemos congratularnos por los resultados obtenidos, los cuales no solo han permitido precisar mejor la atribución de esta obra, sino devolverle su esplendor primigenio. A su vez, esta delicada intervención ha aportado nuevos conocimientos técnicos y estilísticos sobre una tabla de roble del siglo XVI que ahora se manifiesta como una pieza flamenca de excepcional calidad.